Historias, opiniones y demás vómitos intelectuales...

lunes, 21 de enero de 2008

Phanlock visita a Thrall

Si sí, en la mismísima Orgrimmar, él solo, a nivel 64 y en paños menores. Posteo en los foros oficiales, capturas de pantalla incluídas, aquí:

http://forums.wow-europe.com/thread.html?topicId=2405521386&si

martes, 8 de enero de 2008

A los que cumplen 30 años...

En septiembre cumplí 30 años. Como a otros muchos, no me sentó muy bien. Y hablando con un par de amigos coincidimos en el mismo sentimiento: que el tiempo pasa. Pero el hecho de que el tiempo pase es algo de cajón, sucede siempre, desde que nacimos y todo el mundo lo sabe. ¿Por qué, entonces, tomar conciencia de ese hecho nos hace sentirnos mal el día de nuestro trigésimo cumpleaños?

Por las cosas que se nos han quedado por hacer. La vida son etapas y cuando cumples 30 años significa que ya has pasado, como mínimo, un par de ellas. Quizá esperábamos hacer más cosas en esas etapas. O quizá el problema no esté en el pasado sino en el futuro. Quizá esperamos hacer muchas cosas en esta vida y cuando cumplimos 30 pensamos que deberíamos estás más avanzados en el camino, se nos va a acabar el tiempo y no lo habremos hecho todo.

Han pasado 10 años desde que cumplí 20: otro hito en mi vida. Y uno hace balance y piensa: “Joder, cuánto tiempo he perdido y cuantas cosas pude hacer, no hacer o hacer de otra manera. Si pudiera volver a cumplir 20 años con lo que sé ahora”.

Por suerte he aprendido muchas cosas desde los 20 años.

Primero. Los 20 años no son un hito. Ni los 30. Ni los 40... Eso son hitos psicológicos porque contamos los años en decimal y esos números son redondos pero no han supuesto nada importante en mi vida. Hitos en mi vida, por las cosas que viví, fueron los 14, los 21, los 28. Casualidades de la vida, yo debería contar los años de 7 en 7, no de 10 en 10.

Segundo. Nadie sabe a los 20 años lo que sabrá a los 30. Todos haríamos muchas cosas si volviéramos a cumplir 20 con lo que sabemos ahora. Pero es lo que hicimos, lo que hicimos bien, lo que hicimos mal, los aciertos y lo errores, lo que nos hace como somos. Y yo estoy contento con lo que soy. El placer de volver a encontrar el camino sólo se puede experimentar si te has perdido primero.

Tercero. Hay que mirar hacia adelante, no hacia atrás. No se sabe lo mismo a los 30 años que a los 40 años. En lugar de pensar todo lo que no se ha hecho en estos 10 años hay que pensar en todo lo que se puede hacer en estos 10 que vienen para no estar en las mismas al cumplir 40.

Como he dicho antes, la vida son etapas. Y hay un tiempo para pasar de una a otra. Si se nos quedó algo pendiente hay que saber aceptarlo. A veces corremos para no perder un tren. Hay que saber darse cuenta de cuándo es inútil correr porque ya no lo cogeremos, y coger otro distinto. Si no nos damos cuenta de eso, nos pasamos corriendo detrás del primer tren durante toda nuestra vida, y acabamos no subiendo a ninguno. Lo que hay que hacer es, en definitiva, algo que nunca pensé que resultara tan difícil: pasar página.

La diferencia al mirar atrás habiendo pasado página o no es abismal. Cuando sigues enganchado en aquella etapa sólo encuentras malestar, frustración, decepción contigo mismo por no haber conseguido lo que te propusiste y ansiedad porque ves que pasa el tiempo y que cada vez tienes menos posibilidades de hacerlo. Cuando has pasado página comprendes que aprendiste de tu fracaso, que tus objetivos han cambiado y que sólo tú te sigues obligando a conseguir aquello. Pero sobretodo, que aquel acierto o fracaso no determina tu vida.

Todo esto son reflexiones difíciles de interiorizar, lo reconozco. Yo, al menos, estoy en ello...